Derrick Rose puede perderse la temporada 2012-2013 entera. Y en este artículo no pretendo, lógicamente, dar la primicia o la exclusiva. Ya se anunció hace varios días. Solo me gustaría reflexionar sobre lo que puede suponer para un jugador de la élite del baloncesto mundial, una lesión tan larga y un paréntesis tan oscuro en su carrera deportiva.

Con  tan solo 24 años recién cumplidos, lo sucedido puede quedar en una anécdota que, si todo sigue su curso, engrandecería más su aportación al baloncesto. Y esperemos que sea a así, por el bien del deporte en general y del baloncesto en particular. Pero no podemos olvidar el condicionante psicológico que supone una lesión y todo el proceso de recuperación (Para D-Rose, de cerca de un año en el mejor de los casos).

Es en este aspecto donde se convierte en protagonista el psicólogo deportivo de turno. Desde mi punto de vista, el objetivo a lograr es que en la vuelta a las canchas, por la cabeza del de Chicago reine un equilibrio perfecto entre hambre de victoria y conformismo. Me explico: casi con toda probabilidad, Rose no será el de antes de la lesión en el corto plazo. Si el jugador consigue sobrellevar esto hasta volver a coger el nivel físico y mental que, sin ninguna duda, conseguirá, la lesión solo será una anécdota deportiva más. Pero excesivas ansias de resultados o un conformismo acentuado, podrían alargar el calvario.

Como ya he dicho, con 24 años la estrella de los Bulls tiene una larga carrera por delante. Y casi nadie duda que los éxitos (más todavía) llegarán a raudales. Pocos deportistas de primer nivel no han levantado cabeza después de una sola lesión, por muy grave que esta fuera. Y es que, recurriendo al refranero popular, ‘quien tuvo, retuvo’. Y Derrick Rose tenía de sobra.

Cristian Ramón Marín Sanchiz / @Crms74